Desde hace 15 días personas sospechosas, algunas en móviles sin chapa, y otros con móviles que figuran en los registros públicos a nombre de Editorial AZ, han seguido y fotografiado agresivamente a mis hijas, a mis ex esposa, así como a parientes de ella. 

Igualmente han fotografiado la casa de mi ex esposa, construida en su terreno de soltera, y una casa que estoy construyendo desde hace dos años en Atyra. Esta conducta que ya fue denunciada en la Fiscalía, con las personas afectadas, obedece, no tengo dudas, a un intento de intimidación de parte del señor Aldo Zuccolillo por las denuncias fundadas que he efectuado en su contra.

Igualmente, dos periodistas del mismo medio, se acercaron a la Contraloría, a solicitar mi declaración de bienes, de lo anterior presumo que el señor Aldo Zuccolillo busca intimidarme, y seguramente inventarme un nuevo falso escándalo, como lo viene haciendo desde hace más de 10 años. Todo por haberme atrevido a exigirle a su empresa de Telefonía, que pague al Estado lo que según la Ley le debía. 

No tengo nada que ocultar y por lo mismo he instruido a mi escribana a preparar copia actualizada de mi declaración jurada de bienes que será subida a mi página web. Si alguien tiene alguna duda puede ingresar a la página web, desde la siguiente semana y yo personalmente le contestaré. 

Los ataques mentirosos y constantes de este señor en mi contra, han creado en la gente una falsa idea de mi persona, no soy corrupto. No pretendo que alguien crea en mí si no quiere. Respeto el derecho soberano de cada paraguayo y paraguaya de creer libremente lo que quiera y aún más, respeto el derecho de cada periodista de escribir con fundamento lo que mejor le parezca.

Sé que es difícil no creer las mentiras de este señor, que presenta como noticia en sus múltiples medios, acostumbrado a ser el único dueño, fiscal y juez del Paraguay. Así le ha destruido la vida a mucha gente decente y negocios que le hacían competencia. 

Insisto, en que cada persona libremente opine simplemente reclamo como todo hombre, el legítimo derecho a defender a su familia contra los actos de un hombre que se esconde detrás de su imperio de la mentira.